Cuando nos encontramos con una historia sobre viajes en el tiempo, uno de los puntos más importantes es la cohesión, básicamente los espectadores necesitamos que la historia sea fiel a las reglas de los viajes en el tiempo para no sentirnos confusos o engañados. La historia de Steins; Gate construye unas normas específicas y sólidas que se mantienen durante toda la trama: desde cómo producir los cambios hasta las consecuencias de éstos.
El inventor loco Okabe descubre accidentalmente una máquina del tiempo, no es una máquina de viajes en sí, se trata de un microondas que permite mandar un pequeño mensaje al pasado. Como nos enseña el efecto mariposa, una pequeña modificación en el momento clave puede traer muchos cambios, incluso transformar la estructura de la ciudad de Japón. De esta manera, Okabe y sus compañeros mandan pequeños mensajes para mejorar sus vidas, entonces algo malo sucede y revertir todos los cambios no parece suficiente para repararlo ¿acaso hay cosas que no se pueden cambiar?
Con esta última pregunta, la historia de Steins; Gate pasa de ser divertida y curiosa a toda una intriga, y más, impedir el incidente ¿traerá efectos peores? El personaje principal, Okabe, pasa por todo este drama mientras lo vemos evolucionar de un chalado solitario a un adulto responsable que teme perder a sus amigos y a la chica de la que se ha enamorado. Y es que todavía hay sitio en la historia para un triángulo amoroso, aunque en ningún momento pasa ésta historia de amor a primer plano, sino que permanece como un personaje secundario que ayuda a la creación de la trama principal.
Lo sorprendente es que todo esto se haya podido condensar en solo tres tomos, sin que ningún cabo haya quedado suelto. Historia corta y entretenida para incluir en vuestra estantería.
